viernes, 13 de diciembre de 2013

Pancho Sierra en "Psicoterapia del Oprimido", de Alfredo Moffatt (1975)


"Llamado también el ”Gaucho Santo de Pergamino" o el ”Resero del Infinito” es representante de la línea criolla o gaucha de manos-santas. Era hombre rico y tenía propiedades en el Salto   (Provincia de Buenos Aires) donde está actualmente su tumba.
Su técnica era muy ascética pues establecía el vínculo, con el que lo venía a consultar, a través de un vaso de agua fría que extraía de su aljibe y que era muchas veces lo único que daba como medicina. De larga barba blanca y aspecto de patriarca gaucho, constituía el arquetipo de viejo sabio de la psicología jungiana. Atendía en el patio de su casa y no estable­cía un vínculo regresivo, sino que producía el cambio terapéuti­co a nivel de la vida cotidiana, a veces por órdenes cariñosas pero firmes típicas del lenguaje criollo (como ser, a un paralítico que lo traían en carro: "Bájese, amigo. . . y acérquese caminando, que para eso tiene las piernas! ").

Imagen del mausoleo de Pancho Sierra en el libro de Moffat (pg. 151)

Después de muerto llegó a ser la figura principal del santoral gaucho y, para muchos criollos, sustituye a Jesucristo. Tal vez debido a sus ropas de gaucho pudo ser una figura más identifica­ble con la paterna para el paisano y, por lo tanto, adecuada para “montarse" sobre el culto a los antepasados y no a una figura de hijo como Jesucristo, que además tiene, para la cultura gaucha, el elemento extraño de estar representado y adorado clavado vivo sobre una cruz de tirantes, lo cual introduce un elemento de crueldad, de sadismo, que no existe en la cultura criolla, me­nos torturada psicológicamente que la de tradición judeo‑cristia­na.
Pancho Sierra gastó casi toda su fortuna repartiendo ayuda y comida a los necesitados de modo que, como un verdadero líder popular, acompañaba sus frases de ayuda con objetos que eran verdaderos mensajes concretos de ayuda. Pero la transferencia terapéutica, el vínculo que producía el cambio, lo lograba sólo con el famoso vaso de agua fría, por lo que también se lo llama­ba "el doctor del agua fría". Ya veremos luego que esta técnica tan aséptica y "limpia" luego se complica y Tibor Gordon, que sería el único terapeuta actual de la línea criolla, incorpora una enorme cantidad de símbolos y técnicas que van desde el pero­nismo al evangelismo, pasando por el fetichismo del objeto de consumo masivo y que producen un producto ideológico bastan­te contradictorio (empezando por el Gaucho Tibor, que es che­coeslovaco y habla con acento centro‑europeo)."

Trecho del capítulo 5, "Las terapias populares" (pag. 148-149). Psicoterapia del Oprimido, editorial ECRO, Buenos Aires, 1975.

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