viernes, 13 de diciembre de 2013

Sanadores en la tumba de Pancho Sierra -por Alfredo Moffatt (1975)

Imagen del libro "Psicoterapia del Oprimido"

Dice Alfredo Moffatt:
"También Pancho Sierra es importante en el área de la psico­terapia popular debido al desarrollo de los manosantas, videntes, hermanos espirituales panchosierristas, que son muy numerosos. Estos se reúnen todos los años para el día 4 de diciembre  en la  ciudad de Salto, Provincia de Buenos Aires, frente a la tumba de Pancho Sierra, guía espiritual de todos ellos. Una delegación de cinco compañeros de la Peña Carlos Gardel fuimos al Cementerio de Salto el 4 de diciembre pasado. En esta especie de Congreso anual de curanderos, se reúnen también gran cantidad de personas con problemas psicológicos para ser curados por los hermanos panchosierristas.
Nosotros pudimos analizar de cerca y en todos sus detalles, las técnicas operativas utilizadas. Vamos a describir cuatro de ellas:
El primero era un hermano espiritual de la Provincia de San Luis (del Centro Espiritual de Justo Daráct). Este hermano, luego de permanecer cerca de la tumba de Pancho Sierra, entró en trance, y comenzó a temblar violentamente moviendo la cabeza hacia los costados, soplando con fuerza en forma contínua. En un momento dado, se encarnó en él el espíritu de Pancho Sierra y de este modo comenzó a hablar Pancho Sierra por su boca. Luego se desplazó hacia el interior del cementerio seguido por quienes deseaban curarse con él. El hermano, rodeado por los consultantes, escuchaba el problema psicológico planteado y, sin dejar de agitar la cabeza, gritaba de pronto ”¿qué sientes hermano”?... ¿qué sientes?...” Esto creaba una gran tensión psicológica en el grupo, se producía un momento de silencio y luego el vidente acercaba su  mano al rostro del paciente y (haciendo una imposición de manos) gritaba ”andá, hermano, ya estás curado”... grito éste que aliviaba la tensión grupal, después de lo cual pasaba a otro paciente.
Otro hermano, éste con ropas de gaucho, tenía una técnica operativa completamente distinta: hablaba en voz baja y pausadamente, escuchaba el problema y luego proponía un tratamiento. a veces con yuyos. y muchas veces con consejos de estilo criollo. Lo interesante era cuando incluía frases que contenían órdenes post-puestas, (curiosamente ésta técnica está actualmente siendo desarrollada por el equipo de Jay Halley del grupo de P lo Alto, California) Un ejemplo de su técnica era cuando le decía al paciente ”vos vas a soñar conmigo de acá a tres días y yo te voy a decir en el sueño cómo vas a resolver tu problema”.... con lo cual condicionaba, debido a  la expectativa provocada, la actividad onírica del paciente y le movilizaba el conflicto inconsciente, con la orden indirecta de proponer una solución, elaborada naturalmente por su propia actividad psicológica, pero percibida por el paciente como dictada por el hermano-terapeuta.
El tercer terapeuta, esta vez una mujer, había desarrollado una técnica muy elemental, pues sólo empleaba el exorcismo, mediante un crucifijo de plata con el cual tocaba, haciendo un movimiento en cruz, repetidamente, la zona afectada del cuerpo del consultante, mientras decía una oración incomprensible. La última técnica operativa observada, era tal vez la más interesante. Se llamaba hermana María y su técnica permitía un mayor nivel catártico. Consistía en liberar por medio de espantosos gritos al mal psicológico, después que lo hacía pasar, del paciente a su propio cuerpo. La hermana María hacía sentar o acostar a la consultante en una tumba; ella, de atrás, le frotaba la mano con energía para extraer el mal y, bruscamente, daba un grito muy fuerte y desgarrador (que allí, entre las tumbas, erizaba los cabellos). A continuación  se agachaba y le hablaba al paciente en voz baja y con mucha dulzura le preguntaba al oído ”¿qué te pasa? ”... ”¿ya te sentis mejor? ”... EI consultante, ante el cambio tan repentino del terapeuta de lo terrorífico del grito (era casi un alarido) a la suave y acariciante dulzura de la voz en el oído, perdía desconcertado su resistencia a comunicar el problema y, aliviado, relataba todo. Luego, la vidente, con la misma dulzura, le recomendaba una solución. Como observación válida para las cuatro técnicas analizadas, podemos señalar que siempre se consigue, por un medio u otro, una fuerte conexión emotiva con el que viene a curarse y sólo a partir de este intenso vínculo transferencial, propone la sugerencia terapéutica."

Foto y trecho del capítulo 5, "Las terapias populares" (pag. 150-152). Psicoterapia del Oprimido, de Alfredo Moffat, editorial ECRO, Buenos Aires, 1975.

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