"Llamado también el ”Gaucho Santo de
Pergamino" o el ”Resero del Infinito” es representante de la línea criolla
o gaucha de manos-santas. Era hombre rico y tenía propiedades en el Salto (Provincia de Buenos Aires) donde está
actualmente su tumba.
Su técnica era muy ascética pues establecía
el vínculo, con el que lo venía a consultar, a través de un vaso de agua fría
que extraía de su aljibe y que era muchas veces lo único que daba como
medicina. De larga barba blanca y aspecto de patriarca gaucho, constituía el
arquetipo de viejo sabio de la psicología jungiana. Atendía en el patio de su
casa y no establecía un vínculo regresivo, sino que producía el cambio
terapéutico a nivel de la vida cotidiana, a veces por órdenes cariñosas pero
firmes típicas del lenguaje criollo (como ser, a un paralítico que lo traían en
carro: "Bájese, amigo. . . y acérquese caminando, que para eso tiene las
piernas! ").
Imagen del mausoleo de Pancho Sierra en el libro de Moffat (pg. 151)
Después de muerto llegó a ser la figura
principal del santoral gaucho y, para muchos criollos, sustituye a Jesucristo.
Tal vez debido a sus ropas de gaucho pudo ser una figura más identificable con
la paterna para el paisano y, por lo tanto, adecuada para “montarse" sobre
el culto a los antepasados y no a una figura de hijo como Jesucristo, que además
tiene, para la cultura gaucha, el elemento extraño de estar representado y
adorado clavado vivo sobre una cruz de tirantes, lo cual introduce un elemento
de crueldad, de sadismo, que no existe en la cultura criolla, menos torturada
psicológicamente que la de tradición judeo‑cristiana.
Pancho Sierra gastó casi toda su fortuna
repartiendo ayuda y comida a los necesitados de modo que, como un verdadero
líder popular, acompañaba sus frases de ayuda con objetos que eran verdaderos
mensajes concretos de ayuda. Pero la transferencia terapéutica, el vínculo que
producía el cambio, lo lograba sólo con el famoso vaso de agua fría, por lo que
también se lo llamaba "el doctor del agua fría". Ya veremos luego
que esta técnica tan aséptica y "limpia" luego se complica y Tibor
Gordon, que sería el único terapeuta actual de la línea criolla, incorpora una
enorme cantidad de símbolos y técnicas que van desde el peronismo al
evangelismo, pasando por el fetichismo del objeto de consumo masivo y que
producen un producto ideológico bastante contradictorio (empezando por el
Gaucho Tibor, que es checoeslovaco y habla con acento centro‑europeo)."
Trecho del capítulo 5, "Las terapias populares" (pag. 148-149). Psicoterapia del Oprimido, editorial ECRO, Buenos Aires, 1975.
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